lunes, 15 de abril de 2013

Guerrero: la tormenta perfecta

Guerrero: la tormenta perfecta

Alberto Begné Guerra
15/04/2013 03:11
Las regiones más pobres del país son las más propensas a conflictos y revueltas sociales. Los indicadores de infraestructura, calidad y equipamiento de la vivienda, así como el hacinamiento, la desnutrición y la limitada cobertura de los servicios de salud, revelan nítidamente las condiciones de vida de quienes habitan en los lugares con mayores niveles de pobreza extrema. Conforme al INEGI, las tres entidades más pobres del país son Oaxaca, Guerrero y Chiapas. No es casual que sean las entidades donde se han incubado y desplegado en la historia reciente más grupos guerrilleros y revueltas sociales. Pero la pobreza no es la única explicación. En estas entidades la debilidad de las instituciones es otro signo distintivo. La ingobernabilidad en ellas no ha sido una expresión abstracta: la incapacidad, negligencia e ineficacia de sus gobiernos han sido una constante. Si a ello se añaden, en el caso de Guerrero, la poderosa presencia del crimen organizado y los llamados grupos de autodefensa, tenemos ante nosotros todos los elementos para una tormenta perfecta.
En el estado de Guerrero se conjugan los tres tipos de pobreza identificados por la Coneval: alimentaria, de capacidades y patrimonial. Hay un indicador tan ilustrativo como inquietante: el porcentaje de niños y adolescentes en condiciones de pobreza multidimensional, donde Guerrero ocupa el segundo lugar nacional con 75.9 por ciento.
Además de las profundas raíces de la pobreza, es posible encontrar factores concretos de corta data que, en gran medida, explican la incapacidad para superarla. Uno de ellos está directamente relacionado con el desempeño de los gobiernos. La incompetencia gubernamental para diseñar e implementar planes de desarrollo y políticas públicas orientados a la formación de capital humano, la inversión en infraestructura y el incremento de la productividad de un país o una región, constituyen un obstáculo infranqueable para el crecimiento económico y el bienestar social.
En este sentido, el caso de Guerrero es un desastre. Con destinos turísticos de primer orden y recursos naturales de enorme riqueza para actividades como la pesca o la minería, sus gobiernos han sido incapaces de agregar valor a éstos y otros procesos productivos, e incluir en ellos a los grupos más vulnerables de la entidad. Por esto, aunque carente de argumentos laborales, con uno de los peores desempeños del país, el magisterio local ha podido convertir la defensa de sus intereses en revuelta social, ante la cual el gobierno local está pasmado y rebasado. El desafío para el gobierno federal no es sencillo. Pero una buena combinación de negociación política, compromisos de inversión, medidas urgentes contra la pobreza extrema y firmeza en la aplicación de la ley, puede ser la fórmula para evitar la tormenta.
*Socio Consultor de Consultiva
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